273. La mochila

Escucha este artículo (5:04 min)

La siguiente historia que quiero compartir con ustedes caló profundamente en mi, y me causó una profunda pena. Sucedió hace un par de días en mi trabajo, y de verdad que fue muy triste todo. ¿De qué se trata? ¿Y qué tiene que ver una mochila en todo esto? No te pierdas este emocionante artículo.


Un día normal de trabajo hasta que...

El lunes pasado me encontraba en mi turno de mañana en el trabajo. Andaba mucha gente comprando cosas. Recuerden que trabajo en un restaurante de comida al paso en una carretera, así que con esto de las vacaciones, mucha gente pasa a reponer energías y comprar cositas para el camino. El turno había transcurrido de manera normal. Todo bien hasta que, de pronto, una señora junto con una chica entran al local. Mis compañeras estaban en sus quehaceres y yo recién había terminado de atender a un cliente. Ambas personas me ven y se acercan al mesón donde estaba.

La más joven, que calculo que tenía unos 24 ó 25 años, me aborda de manera muy amigable y con una gran sonrisa.

- Disculpe joven - dijo ella, agradeciendo que aun me considere joven :P - Buenos días.
- Hola - le respondí -. ¿Qué necesitas?
- Resulta que yo vine ayer a comprar acá y se me quedó mi mochila. Me llamaron diciendo que estaba acá y que podía retirarla en horario de oficina.
- Ahh... bueno, yo en realidad no sé sobre la mochila, pero acompáñame a la oficina del administrador para ver este asunto.

Dicho eso, nos fuimos a la oficina donde se encontraba uno de los jefes donde le conté lo que estaba sucediendo y, en efecto, allí estaba la mochila morada.

La mochila no tenía ningún valor pero...

Hasta ahí, todo va de acuerdo a lo que se puede esperar en estos casos. Alguien extravía algo y se lo encuentran. Lo va a buscar a donde lo hallaron y están a segundos de que se lo devuelvan. Pero la cosa tomó un giro que yo no esperaba.

Le pregunté a la chica qué contenía la mochila, como para asegurarme de que era de ella. Me dijo que era morada, adentro tenía un cargador blanco, una billetera rosada que, en su interior, tenía su carnet, documentos varios y la foto de un hombre. Y pues que, efectivamente, tenía todos esos detalles, así que salí con la mochila en mis manos de la oficina y la chica se puso muy contenta.

- Ya señorita - le dije -. Aquí está tu mochila.
- ¡Muchísimas gracias! ¡Se pasó por todo lo que hicieron para guardarme esta mochila! No tiene ningún valor la mochila en sí, pero adentro tengo una foto de mi pololo, quien murió hace dos semanas.

Cuando me dijo eso, su semblante cambió de inmediato. Se puso muy triste. Y yo quedé hacia adentro. Me esperaba cualquier cosa, menos que me dijera que su pareja había fallecido hace poco. Intenté decirle algo, pero no hallaba qué. Le dije, finalmente, que lo sentía, y que se aferrara a Dios, quien podía consolarla y ayudarla en esos momentos. Le devolví la mochila, me dio nuevamente las gracias, y se fue.

Nadie tiene la vida comprada

Superar la muerte de un familiar puede ser todo un reto, que puede tomar años.

Cuando suceden estas cosas uno no piensa que las vivirá en carne propia. En estas últimas dos semanas he sabido que dos personas que yo conocía de hace años han fallecido. Y es doloroso pasar por esta experiencia. Hace ya más de 6 años mi primo Diego se quitó la vida, y son cosas que uno nunca va a poder superar. Podremos seguir con nuestras vidas, pero queda ese vacío de nuestros familiares, amigos o incluso nuestra pareja, que se van cuando no pensábamos que se irían.

La vida nadie, pero absolutamente nadie la tiene comprada. Podemos estar aquí muy sanitos hoy, y mañana podremos estar siendo velados en nuestras casas. Lamentablemente vivimos en un mundo donde las cosas malas pueden ocurrirles a todos. Y aunque logremos vivir hasta la vejez, finalmente la muerte llega. Es como dicen por ahí: "Correr contra la muerte es una carrera perdida". Pero, por muy triste que sea todo esto, como buen creyente en Dios sé que no será para siempre.

Por mientras, deberíamos siempre ir pensando en qué hacemos con nuestra vida. ¡Cuántas cosas quedaron pendientes por hacer por parte de este joven, pareja de la chica de la mochila! ¿Estamos aprovechando bien nuestra existencia? Ésta debe ser una constante de buenas decisiones, de hacer las cosas bien, de hacer cosas buenas por los demás, de evitar el orgullo y el odio, y por sobre todo, tener una buena relación con tu familia, tus amigos, con la gente en general y, cómo no, con Dios. Sólo así podremos, al final de nuestras vidas, decir que hicimos todo bien, e irnos a descansar en paz. ¡Hasta el siguiente artículo amigos!

6 Comentarios

Estimado/a lector/a: agradecemos tu tiempo al leer este artículo. Si gustas, puedes dejarnos tus impresiones en el siguiente formulario.

Por favor, evita comentar con groserías, insultos o frases de doble sentido. Muéstranos lo mejor de tu ortografía . No nos hacemos responsable por comentarios de terceros. Recuerda que cada comentario lo respondemos a la brevedad. Vuelve en un par de días y lee la respuesta. :D

Por último, nos reservamos el derecho a eliminar comentarios que no cumplan con estos sencillos requisitos.

  1. Ciertamente la muerte de un familiar es como cargar una pesada mochila. ¡Qué ironía! no?
    Amigo, siempre me es un placer leerte. Nos mantenemos en contacto.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Wladimir: Gracias por comentar. Pues, interesante tu analogía. Es una mochila que muchas veces es demasiado difícil de cargar. Pero con la ayuda de Dios se puede salir adelante. Y claro que nos mantenemos en contacto :D

      Borrar
  2. Muy triste la historia. Espero que esa chica tenga en consuelo de dios. Saludos.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Muy triste anónimo. Pero como bien dices, Dios podrá consolar a todo quien pase por esta experiencia. Saludos y para la otra deja tu nombre con total confianza.

      Borrar
  3. Qué pena lo que le pasó a la muchacha. Da para pensar en que la vida es muy corta como para desperdiciarla. no lo crees así?

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. La vida es muy corta Carlos como para andar haciendo tonteras. Te encuentro toda la razón. Y por eso el motivo de este artículo es meditar en qué estamos haciendo con ella. Saludos cordiales :D

      Borrar
Artículo Anterior Artículo Siguiente